Hora de cerrar

El acuerdo había sido claro.
De mañana colegio, al mediodía almorzaba en la cantina y a la tarde ayudaba a Paco con la huerta. A cambio, él le enseñaba a montar olas.
Para dormir, acá no molestaba.
Marquinhos había aceptado con desconfianza, pero había aceptado.
Después del "incidente", yo había informado a los municipales, por si alguien hacia alguna denuncia.
Por la mañana llamé a su casa, la madre, dormía, el padre de viaje, el ama de llaves estaba organizando no sé que mierda con la cocinera, y así seguía la lista..., por suerte el jardinero pudo suspender la poda para atenderme...
Le dije donde estaba el crío y colgué.
Después llamé a don Ramón para charlar un poco sobre ciertas libertades que estaban ocurriendo en la aldea. Y me clarificó donde terminaba el límite del condado... , sú límite.
No todos los muelles tenían que ver con él.
Llamé a Cloe para que me contara cómo estabamos de intoxicaciones y sexo entre adolescentes en la aldea...
Bueno, tenía la imagen...
Después le avisé a Paco que tenía que hacer unas compras en la ciudad y me fui.
Todavía conozco alguna gente poco recomendable, amigos que da la vida.
Habían pasado dos semanas y Marquinhos seguía durmiendo en la cantina.
De la familia nada...
Nada cambia...
De Paula, ni noticias...
Una más.
Era de esperar.
Demasiada mugre, demasiado chicos...
...
Por la noche junté las cosas que había comprado, las metí en un bolso y caminé por la playa hasta el siguiente muelle.
"El Cielo" estaba iluminado "a giorno", gente por todas partes.
Grandes y adolescentes deambulaban por aquí y por allá.
Caminé entre los pilotes que sostienen la construcción y empecé a trabajar.
Media hora.
Et, voilá.
Ahora solo faltaba que se fueran todos...
Fui hacia unas rocas y esperé.
La noche estaba tibia, había una suave brisa que traia el perfume de los jazmines de la Cantina...